miércoles, 20 de octubre de 2010

El equipo A: ¿Por qué todos los episodios son iguales?

El primer día de este mes fallecía nada menos que Stephen J. Cannell. Los más friquis lo recordarán como el creador de El equipo A, y los recontrafriquis entre los friquis porque también salió de su pluma El gran héroe americano. En este particular blog no podíamos dejar de hacerle un pequeño homenaje.

Aseguran los críticos que las series televisivas han alcanzado su máximo nivel de desarrollo en los últimos años, con títulos como Los SopranoThe Wire (Bajo escucha) o Mad Men. Pero no. En realidad las series estaban mucho más avanzadas y evolucionadas en los 80. En la actualidad son necesarios humanos que escriban cada episodio, pero en aquella década mágica las series eran tan perfectas que una vez creadas, no hacía falta guionistas. Se podía usar el mismo guión una y otra vez.

Así lo demuestra El equipo A. Un centenar de episodios y todos exactamente iguales.

De hecho, la liaron cuando intentaron cambiar un poco (poquísimo) la serie y poner a los protagonistas a trabajar para el gobierno. Ya no era lo mismo, y tuvieron que quitarla de la programación. Es que los creadores de series de ahora no se enteran. Si vamos a ver a los Rolling Stones, queremos escuchar "Satisfaction", y si vemos series lo que nos da  'satisfaction" es ver siempre lo mismo, sino iríamos a ver cortos o películas impredecibles de David Lynch.

Y recuerdo que nos encantaba que siempre pasara lo mismo:

1. La perorata inicial: "En 1972, cuatro de los mejores hombres del ejército americano que formaban un comando, fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos. Hoy, buscados todavía por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y se los encuentra, quizás pueda contratarlos... El Equipo A." Tan-ta-taaaaaaaaaan...

2. Un granjero superpaleto de Wisconsin sufre un asalto de un grupo de mafiosetes que le piden un porcentaje de los beneficios y amenazan con volver otro día. El granjero no puede pagarles, así que busca en las páginas amarillas al Equipo-A. Curiosamente, un coronel de la policía militar llevaba años buscándoles infructuosamente, sin ningún éxito, y sin embargo cualquier granjero podía encontrarles en dos minutos.

3. Fénix se liaba con la enfermera maciza del hospital psiquiátrico, mientras sus compañeros liberaban a Murdock. M.A. siempre decía que no viajaría en avión, pero sin embargo, después de quejarse siempre se bebía un zumito que le pasaban sus compañeros. ¿Por qué nunca escarmentaba? Jamás se dio cuenta de que le ponían drogas en la bebida para dormirle y llevarle en avión. Para mí era todavía más misterioso el hecho de que cuando se despertara no les partiera la cara.

4. Los mafiosos cumplen su amenaza y vuelven a las tierras del granjero para quemarlas pero se encuentran con los tipos del Equipo-A que les corren a gorrazos. Los mafiosos iban tambaleándose a contárselo a su jefe, que soltaba todo tipo de palabrotas y prometía que se vengaría. Fénix mientras tanto se liaba con Mary Joe, la atractiva hija del granjero.

5. El jefe de los mafiosos ha reclutado a los malos más malísimos de la zona, que le ayudan a capturar a los protagonistas. En lugar de colgarlos de un pino, para que no den la lata, les encierra en un cobertizo, lleno de vigas, tubos, un soldador, una sierra mecánica y un viejo tractor. Haníbal decía 'Las cosas están tan mal que sólo pueden mejorar'. Entonces los chicos se ponen manos a la obra a hacer bricolaje, y con todo el material convierten el tractor en un tanque acorazado, con el que escapan y vencen a los malos.

6. El coche de los malos siempre daba una vuelta de campana o explotaba, pero antes los ocupantes del vehículo habían conseguido saltar para no morir. Y es que la norma sagrada es que en El Equipo-A (tan-tataaaaaaam...), por mucho que hubiera ráfagas a mansalva de ametralladoras, granadas, tanques e incluso napalm: no podía morir nadie.

7. Al final, Hanibal le decía al granjero que no quería cobrarle el 'trabajito', que lo hacían en el fondo por amor al arte. ¿De qué vivían estos tíos? Y siempre pronunciaba la frase 'Me encanta que los planes salgan bien'.

No hay comentarios:

Publicar un comentario