Bueno, no, todo el señor menos la cabeza, que se ve que no le acabó de gustar y la había escupido.
La noticia me ha espeluznado, no sólo por el desgraciado suceso, sino porque me ha traído a la memoria la película de marras, Tiburón, la venganza, una de las peores películas de terror que he visto en mi vida.
En la cinta aparece Lorraine Gary, que tras ver el resultado de su trabajo debió quedar tan conmocionada que dejó el cine para siempre. La actriz vuelve a encarnar a Ellen Brody, la esposa del jefe de policía de Tiburón, el film original de Steven Spielberg. El marido ha fallecido, y ha sido sustituido en su cargo por uno de sus hijos, que aparece muerto, devorado por un gran tiburón blanco.
Ellen Brody llega a la conclusión de que la muerte no ha sido casual, sino que la bestia marina la tiene tomada con su familia. El tiburón debía ser rencoroso, y quiere ajustarles las cuentas porque el sheriff mató al de la primera parte, que debía ser un familiar suyo. Total, que la mujer decide volar lejos de allí, con su otro hijo, a las Bahamas. Pero claro, el bicho, no se sabe cómo, les persigue, nada todo lo que hace falta para irse detrás de ellos y continuar con su particular venganza. Vamos, que si la familia se llega a ocultar en Madrid, habría aparecido en el lago del Retiro.
No, nada de esta historia tiene sentido. Recuerdo que salía también Mario Van Peebles, capturado por el tiburón, que se lo llevaba entre sus fauces bajo el agua y se lo zampa. Pero en el último momento del film, resulta que el tipo ha permanecido vivo en el estómago de su atacante, como Geppetto en el interior de la ballena.
No se explica qué hace un gran actor como Michael Caine en este auténtico bodrio. Una vez, le preguntaron en una entrevista por qué había rodado una película tan tremenda. El actor lo tenía muy claro:
-¿Tremenda? ¡Tremenda es la casa que me compré con lo que me pagaron!
Siempre recordaré el final de la película porque resulta que el tiburón saca la cabeza fuera del agua en el momento en el que va a morir y grita y gruñe. O sea, como si te fueran a matar a ti y sumerges la cabeza en un barreño con agua y gritas.
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