En España, por ejemplo, a Isabel Coixet igual le inspira uno de sus dramas lacrimógenos nuestra propia web. Por ejemplo, podría titularseLa red de cine. La verdadera historia de Decine21. Tim Robbins interpretaría a Pablo de Santiago, que es un poco más bajito que el famoso actor, pero éste daría el pego con unas gafas y dejándose barba. El chico estaría deseoso de contar todas las películas que ha visto a sus amiguitos, pero éstos, que ya se saben las películas de memoria, huyen de él. Tras pasar de la tristeza al llanto en una gasolinera, porque han vendido todas las copias de L.A. Confidential, se junta con José María Aresté, que podría ser Sergi López, aunque el actor tendría que trabajar mucho para transformar su tono catalán en un convincente acento aragonés -si lo consigue, tendría el Goya asegurado-. Éste ha escrito ya sus revistas del mes y un par de libros, pero necesita desesperadamente más cosas que escribir -blogs, reseñas del festival de San Sebastián-. Si no se le ocurre nada, empezará a escribirlo todo en las paredes de su casa.
Empiezan a trabajar poco a poco con ayuda de una cronista rosa, Estrella Martínez (veo ahí un papel ideal para Sarah Polley), y un mediocre y gris periodista, Juan Luis Sánchez, que por una cláusula del contrato tiene que estar interpretado por Carmelo Gómez (sí, vale, yo soy "un poco" menos guapo, pero comparad a la Erin Brockovich real con Julia Roberts y veréis). Juntos empiezan a trabajar en la más absoluta soledad en una oficina, de sol a sol, soportando el frío y las inclemencias del tiempo durante sus desplazamientos matinales. Escriben y escriben...
Al final, una grave crisis asola el país, por lo que están a punto de cerrar el chiringuito por dificultades financieras. Entonces, descubren que han ido a verles un millón de amigos cosechados por la web, todos ellos apasionados seguidores de la página, que han hecho una colecta a lo¡Qué bello es vivir! para que la web continúe. Se hacen famosos y acaparan la atención de los medios de comunicación como el mismísimoJuan Nadie. ¡Seguro que no queda nadie que no suelte una lágrima en el cine!
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