Pues bien, resulta que el film estaba programado en el Rolling Roadshow, del Fantastic Fest, que proyecta películas de forma muy particular. Por ejemplo, se organizó una proyección de La fuga de Alcatraz, en la auténtica isla donde estaba la famosa prisión. Así que ya os podéis imaginar dónde proyectaron Buried (Enterrado)... Piensa mal y acertarás.
Efectivamente, cuatro 'privilegiados' tuvieron el inmenso placer de poder ver la película en el interior de un ataúd. La experiencia, sin duda, debió ser inolvidable, porque a los elegidos les vendaron los ojos y se les trasladó a un lugar indeterminado a 30 minutos de Austin, donde fueron introducidos en un ataúd, y enterrados. Una vez dentro, podían quitarse la venda, y ver la película en las pantallas de LCD que había en la tapa.
Yo quiero un ataúd así, con tele, para que cuando la palme pueda seguir viendo Mad Men y Glee, que estoy enganchadísimo.
Pero la angustia y la claustrofobia extrema habrán merecido la pena, porque la recompensa consiste nada menos que en conocer al protagonista, Ryan Reynolds, y en fin, eso es impagable, porque es nada menos que el marido de Scarlett Johansson. Nadie les ha dicho a estos chicos que si se hacían periodistas de cine, también conocerían a Ryan Reynolds, de hecho yo le he entrevistado. O quizás sí que se lo han dicho y han preferido enterrarse vivos antes que tratar con tipejos como yo.
Esperemos que no cunda el ejemplo de estas proyecciones extremas, y a partir de ahora cuando viajemos en avión, no nos pongan Aeropuerto 77 o ¡Viven!, porque sería un viaje sobrecogedor.
Tengo más ideas para los organizadores de este tipo de proyecciones, por ejemplo, ver El rey León en la jaula de los leones del zoo, o Tiburón, en medio del mar, con el monitor en un flotador rociado con sangre, para darle más realismo. Pretty Woman podría ser visionada en una casa de putas, y Cuando ruge la marabunta, dentro de un hormiguero.
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