1. Reinaba una extraña calma. Nadie puso en duda mis cuentas, y pasaron por alto alguna decisión que pensaba que resultaría polémica. Ningún vecino dijo nada, no porque yo sea un tipo de enorme personalidad, o carácter fuerte, sino porque después de haber pasado un año de grandes sacrificios, tenía una cara de enorme mosqueo, y parecía que iba a morder literalmente a cualquiera que me discutiera cualquier chorrada.
2. La antena de la tele se había quedado completamente destruida tras las obras de remodelación del edificio, por lo que había que instalar una nueva. Tener la posibilidad de volver a ver a Belén Esteban, como exigía una vecina, nos cuesta la friolera de 80 euros por vecino. Pagaría el doble por no tener que volver a verla.
3. Algunos vecinos no acudieron. Pienso que posiblemente habían leído mi entrada sobre ellos en el blog, y estaban enfadados conmigo. Aunque nadie lea tu blog, si se te ocurra poner a caldo a alguien, esa persona te lee seguro. Es una ley universal de internet.
4. Conseguí dejar de ser el presidente de la comunidad y que el siguiente fuera elegido. Pero me enteré de que es tradición que el que deja el cargo, o sea yo, se convierta en el vicepresidente. ¿Y dónde ha estado mi vicepresidente todo este tiempo? El administrador me miró con cara sarcástica y me dijo: "La próxima Inspección Técnica del Edificio será dentro de 10 años, ¡cuando te toca otra vez ser presidente del edificio!" Y después se rió con una carcajada maléfica... Espero estar dentro de diez años viviendo en Kazajistán.
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