Como ocurría en el caso de la reciente continuación literaria de "Drácula" –que os podéis ahorrar–, Roemmers también se ha buscado para 'legitimar' el libro a un descendiente del autor original, un tal Bruno d'Agay, familia de Antoine de Saint-Exupéry, que opina sobre la obra en la contraportada.
Confieso que estuve a punto de no leer nada y poner a caldo directamente semejante 'herejía', pero una de las cosas que aprendí en la obra original, es a tener paciencia. Ay, qué bueno aquello que decía el zorro. "Los hombres carecen ya de tiempo. Compran a los mercaderes cosas ya hechas. Y… como no existen mercaderes de amigos, es muy simple, los hombres ya no tienen amigos", sniff, que obra maestra.
Total que me puse a leerlo. Aprecio el esfuerzo y el resultado final no es tan ridículo como parecía que iba a ser. Incluso trata algún tema de interés, como el conflicto entre fe y razón, pero es que no nos engañemos, ¡no es ni la sombra del clásico!
Para empezar tiene una aureola de New Age y espiritualidad de mercadillo barato que recuerda a los libros del abominable Paolo Coelho. Uno no tiene la sensación de estar recuperando los valores sencillos, como cuando disfruta las líneas de Saint-Exupéry, sino de que le están adoctrinando con reflexiones relativistas, discutibles y pesadas.
El libro viene a ser un diálogo entre el propio autor, un pedante que se asigna a sí mismo frases que supuestamente contienen la sabiduría máxima, y el Principito, que en lugar de un niño inocente, ha pasado a ser un completo retrasado.
En fin, dejo de opinar de ese engendro, que se me llevan los demonios, y le propongo al autor más secuelas imposibles que seguro que puede escribir:
Secuelas imposibles:
La Bella Durmiente 2. Tras casarse con el príncipe, la Bella Durmiente descubre que no va a ser tan feliz para siempre como pensaba. Su marido resulta ser un hombre mezquino, alcohólico y adicto al juego. Cansada de comer perdices todos los días, y puesto que su legítimo no le hace ni caso, pasa todo el día tumbada en el sillón, hasta que vuelve a dormirse permanentemente, ¿alguien conseguirá volver a despertarla?
Rapunzel 2. Contratada como modelo para representar a una conocida marca de champú, a Rapunzel le diagnostican un cáncer, por lo que se le cae el cabello por culpa de la quimioterapia. Aunque logra recuperarse, encontrar un nuevo trabajo teniendo en cuenta los índices del desempleo, será una aventura épica sin precedentes.
Pretty Woman 2. Tras ser reconvertida en una dama elegante, la prostituta que interpretaba Julia Roberts triunfa en el mundo empresarial y se convierte en una ejecutiva. Pero durante un paseo en coche descubre que su antiguo benefactor, el personaje de Richard Gere, se ha arruinado y se gana la vida como chapero en una esquina. ¡Ella se propone reconvertirle en lo que era antes!
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