viernes, 17 de junio de 2011

Barbara Hershey: el mito y la mujer real

Todos los apasionados del cine de terror recordamos con cariño a Barbara Hershey por la película El ente, donde era acosada por un espíritu del más allá bastante salido. ¡Cómo somos los tíos hasta después de muertos!

Y qué miedo daba Barbara Hershey en la reciente Cisne negro, donde era una madre represora que descargaba en su hija la frustración de que ella no hubiera podido convertirse en bailarina al quedarse embarazada para tenerla. ¡Qué gran interpretación!

Incluso me atrevería a decir que esta señora está aún estupenda a pesar de que tiene 63 años, y de hecho no me extraña que llame la atención de su novio, mucho más joven que ella, en concreto Naveen Andrews, el iraquí de Perdidos.

Pero como ocurre con todos los mitos, mejor quedarse con la leyenda que indagar un poco. Recientemente escribí para DECINE21 un perfil biográfico de la actriz. ¡Y quién lo iba a decir! Después de pasarme toda la vida soñando con Barbara Hershey, posiblemente si la conociera en la vida real no la aguantaría ni dos minutos.

Barbara 'jersey' resulta ser una hippy-guay, de esas de espiritualidad sacada de libro-bodrio de Paolo Coelho. Durante el rodaje de la violenta El verano pasado tenía que soltar una gaviota para que echara a volar en una secuencia. Como no salía bien, repitieron una y otra vez la toma, hasta que la gaviota de las narices, agotada, acabó rompiéndose el cuello y se murió. Traumatizada, la 'jersey' estuvo tres años conmovida por la pérdida del ilustre ave, hasta el punto de que se cambió el nombre, y durante todo ese tiempo pasó a llamarse Barbara Gaviota.

Después tuvo un hijo con Kung-Fu, o sea con el mismísimo David Carradine, que se ve que alguna vez tuvo una sexualidad normal, y con el que rodó la recordada El tren de Bertha, de Martin Scorsese. Corrían los preciosos y 'flower-power' años 70, y la actriz tuvo las narices de llamar a su hijo Libertad. Sí, Libertad, como el velero de Perales. ¡Como si ser hijo de Kung Fu y que en el cole te llamen a todas horas 'pequeño saltamontes' no fuera un trauma suficiente! Con el paso de los años y harto de las risas que desataba cada vez que decía su nombre, decidió mandar a la porra a su madre, y cambiárselo en el registro por "Tom", un nombre menos original posiblemente, pero más discreto.

Por cierto, por cada comentario que pongáis a favor de las gaviotas, mataré a un gatito. Va en serio...

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