Resulta que como no suelo tener mucha suerte (una vez compré una fábrica de gorros y empezaron a nacer los niños sin cabeza), nada más conocerla la destinaron lejos, a otra provincia española. Desde entonces nos hemos visto varias veces, pero sobre todo nos hemos relacionado a través del correo electrónico. ¿Esto ha sido bueno? Sí, pero contraproducente.
Me explicaré, resulta que soy mucho mejor en mi medio natural, o sea, por escrito, que en persona, que tiendo a ser bastante soso. Todos aquellos que me sigan a través de este blog tendrán una idea de mí posiblemente equivocada, pues pensarán que hablo como escribo y resulta que no, en el mundo real no tengo mucha gracia y soy más bien poca cosa.
Por poner un ejemplo lejano pero ilustrativo, soy como el pintor de El retrato de Dorian Gray, cuyo encanto personal era inversamente proporcional a su genialidad como pintor. También me parezco a Rita Hayworth, cuando dijo aquello de que "los hombres se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo". Se la mitificaba a la pobre por su trabajo en el cine, en la legendaria película, y luego resultaba ser una chica de lo más normal.
O sea, que para mi desgracia, conecto con la dama de mis sueños por escrito pero no en persona. Además, como es una chica de lo más interesante, me intimida y me pone nervioso. Estoy condenado a que mantengamos una relación epistolar como Machado con Guiomar, y que no quedemos nunca para no estropearlo. Espero escribir algo potente, como la Carta de una desconocida, pero a una conocida. Suena muy romántico, en fin, continuaré cotilleando lo que ocurra...
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