Desde muy joven soy asiduo espectador de películas de terror. Voy a verlas todas, a pesar de que es un género muy desagradecido. El 90 por ciento de las que se estrenan oscilan entre una calificación de "muy mala" y "los que la han hecho son unos bastardos que me han timado y les gusta más el dinero fácil que hacer algo imaginativo". Aún así, aunque todos los incondicionales del género salimos más veces 'enfadadísimos' del cine que realmente fascinados y convencidos, lo cierto es que el cabreo se nos pasa en cuanto estrenan una nueva película del género, y corremos a pasar por taquilla para verla.¡No importa que Pesadilla en Elm Street 4 sea mala! Ni nos acordaremos de ella cuando estrenen Pesadilla en Elm Street 5 (así las cosas no es de extrañar que el género atraiga a esos que quieren ganar dinero sin calentarse mucho la cabeza).
El caso es que me atrevo a realizar una pequeña clasificación de los espectadores típicos que puedes encontrar en una película de miedo.
DIFERENTES TIPOS DE ESPECTADORES DE CINE DE TERROR:
1. El Friqui. Fácilmente reconocible porque acude a la proyección con el guante de las garras de Freddie Kruger, y recita los diálogos al mismo tiempo que los personajes, por lo que ya ha visto la película, ¡más de una vez!
2. La señora mayor indignada. En todas las proyecciones hay una. No falla. Cuando empiecen las secuencias más sangrientas, gritará y se quejará por la crudeza de las imágenes. ¿Se pensaría que entraba a verSissy Emperatriz?
3. La pareja de novios. Él va haciéndose el duro. Está encantado de que ella se asuste y le vaya a coger del brazo. Al final ella le araña y le muerde, y él acaba asustadísimo de lo que tiene al lado.
4. El sádico. Se ríe de forma siniestra en las secuencias más duras, cuando Jigsaw obliga a uno a abrirse las tripas porque si quiere sobrevivir deberá sacarse sus propios intestinos y saltar a la comba con ellos. Disfruta y come palomitas, como si la sangre le diera hambre. Cuando después de una buena ración de asesinatos brutales, dos personajes se ponen a dialogar brevemente, bosteza y dice frases del tipo: "¡Buff, cómo ha degenerado esto!".
Siempre me ha molestado eso que suelen argumentar las asociaciones de padres de que el cine de terror es una influencia nefasta. Pero en el caso de estos individuos, resulta que tienen razón.
5. El explicador de películas. Inevitablemente, en todas las películas siempre hay uno que le explica al que tiene al lado lo que sucede en la pantalla. "Le ha matado", dice cuando el psicópata asesina a uno. Habla tanto que dan ganas de volverse psicópata y matarle también a él.
6. El pitoniso. Sabe lo que va a ocurrir y lo expresa en voz alta: ¡Uy, ése que ha dicho que se va al baño va a ser el siguiente en morir! Cuando acaba la peli siempre dicen algo así como: "¡Bah! El final era totalmente previsible".
7. El cinéfilo. Sólo reconoce que va al cine a ver películas de Godard, pero a escondidas se mete a ver Pesadilla en Elm Street 3, porque en el fondo es lo que le hace disfrutar. Entra cuando están las luces apagadas, y sale corriendo en cuanto empiezan los títulos de crédito para que no le vea nadie. Sé que existen porque un conocido mío muy conocido es así, no porque yo lo sea, no seais mal pensados.

Comentaba hace varios posts que el 3D no tardaría en mostrar síntomas de agotamiento porque si bien al principio suscita curiosidad, acaba cansando –sobre todo cansa que te cobren un pastón en la taquilla–. Pues bien, se confirma esta tendencia con
Para los auténticos apasionados del terror, la película más esperada es sin duda
A petición del público, sobre todo de algunas simpáticas lectoras que me lo han pedido expresamente, continúo cotilleando sobre mis experiencias con la chica vasca más adorable jamás nacida. Aunque ella es un sol (no os podéis ni imaginar), la cosa no va nada bien, ¡una pena!
A Sir
El hiperactivo
Los lunes compiten en las televisiones españolas las series
Los cinéfilos somos gentes que vivimos en un mundo paralelo, marcado por la pasión por el cine, y la mitomanía. Cuando un cinéfilo de pro, como yo por ejemplo, se queda pillado por alguien -ya contaré los detalles otro día-, aunque ella no viva en el mismo mundo, uno no puede resistir la tentación de intentar compartir sus clásicos favoritos con la otra persona, sobre todo si no los conoce.
En todas las películas de casas encantadas, la familia de turno se queda viviendo en su residencia, contra viento y marea, aunque esté llena de espectros del Más allá que les hagan la vida imposible y el demonio en persona se les aparezca a la hora de cenar. Por eso tiene cierta gracia 
