El hombre tiene toda clase de excusas para justificarse. El film empezó a dirigirlo Mark Romanek(Retratos de una obsesión), que en cuanto vio el percal -el guión no funcionaba, el protagonista presionaba para que se hicieran cambios- salió huyendo como si le persiguiera un licántropo. Tuvo que hacerse cargo corriendo del proyecto Joe Johnston, y el resultado fue un auténtico caos. Pese a que costó la friolera de 150 millones de dólares, recaudó sólo 60, y los críticos la pusimos a caldo.
"Tuve sólo tres semanas de preparación, en las que era imposible tratar de reunir las piezas fracturadas", comenta Johnston. "Acepté el trabajo porque tenía problemas de efectivo. Es la única vez en mi carrera que he dejado que las finanzas influyan en mi elección de proyectos. El dinero es siempre una razón equivocada para hacer algo que requiere una apasionada devoción". O sea que apela a eso tan manido de que "hay que comer" y "tuve que hacerlo", etc.
A los periodistas que fuimos al pase de prensa de la película nos regalaban a la entrada una bala de plata. Supongo que era para que nos la descerrajásemos en la cabeza si no podíamos soportar más la película.
"La producción fue como un barco agujereado, sin timón, en una tormenta perfecta. Tuve que enfrentarme a malas decisiones, luchas internas, el hecho de que los productores no quisieran hacerse responsables de nada, y sobre todo la presencia de muchos cocineros no cualificados en la cocina. De todas formas, la culpa de que saliera mal es mía porque yo era el director", comenta Joe Johnston, que dice todo esto porque promete que Captain America es mucho mejor, y que vayamos a verla porque le ha salido muy bien. ¡Sí, ya, claro, eso dice ahora!
Pues nada, si su arrepentimiento es sincero, digo yo que podría devolver los siete euros que costaba la entrada a los espectadores, porque sino, ¿de qué me sirve que pida perdón? Es como si alguien me pide disculpas por robarme la cartera, pero no me la devuelve, ¿qué clase de arrepentimiento es ése?
Podría cundir el ejemplo, aunque algunos lo tendrían difícil, pues por José Luis García Sánchez tendría que ir personalmente a las casas a pedir disculpas arrodillado a los pocos que hayan picado y hayan visto la tremebunda Don Mendo Rock. ¿La venganza? y además prometer que nunca jamás se pondrá detrás de una cámara. Y Julio Iglesias debería ponerse de 'motu propio' de rodillas con los brazos en cruz, en penitencia por habernos puesto los pelos como escarpias cada vez que cantaba eso de "Bamboleo". ¡Me horroriza recordarlo!
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