martes, 3 de enero de 2012

Yo anduve con una zombie

Como se ha extendido tanto la corrupción que ya no queda sitio en el infierno, de vez en cuándo los muertos se levantan de sus tumbas y se dan un garbeo por la capital de España, donde se ve tanta marcha de muertos vivientes últimamente que ya no se sorprende nadie.

De hecho, vimos una hace poco, formada por los que volvían de haber pasado una Nochevieja loca, que caminaban con mucha dificultad. Pero pronto habrá otra, pues Madrid será el escenario, el 4 de enero, de un desfile zombie organizado para promocionar el estreno de Juan de los Muertos (tras Vampiros en La Habana ahora los cubanos se pasan al cine de zombies). Empieza en la Plaza de Santa Bárbara, a las 20:30h., aunque se debe ir antes para ser maquillado. Posiblemente traumatizarán a algún que otro tierno infante, que piense que se van a comer a los que vayan en la cabalgata de los Reyes Magos del día siguiente.

Si se desatara un virus zombie de verdad, las empresas farmacéuticas se pondrían locas de contentas, y venderían al gobierno una pantagruélica cantidad de antibióticos, como cuando la gripe A.

Mi cita original

Hace unos meses conseguí engañar a una chica de buen ver para que quedara conmigo. Dijo que era gótica, supongo que como la catedral de Burgos. Puesto que le gustaba el terror, le pude comer la oreja con esto de que hago este blog sobre el género, y convencerla de que formábamos una buena pareja monstruosa estilo La bella y la bestia, King Kong y Fay Wray, o Carla Bruni y Nicolas Sarkozy.

"¿Quedamos para cenar en un buen restaurante o para ir de paseo por el campo o a alguna fiesta?", le pregunté. "No, nada de eso, nos vamos de marcha zombie", me respondió con un tono tan dulce que disimulaba muy bien que las chicas góticas se imponen, sobre todo si decido yo algo, exactamente igual que las otras chicas. "Empieza a las ocho y media, ven convenientemente vestido para la ocasión".

Por suerte, fue bastante fácil caracterizarse de zombie... Al menos lo tenía más sencillo que si hubiéramos quedado para una concentración de moteros, porque no tuve que comprarme ni una moto ni nada. Para mí es muy sencillo parecer un muerto viviente, prácticamente sólo necesito la goma de la careta, y la ropa vieja que se me había puesto perdida de ketchup el día anterior durante la cena y parecía ensangrentada.

Cuando salí de mi casa caracterizado, me crucé en las escaleras con un par de vecinos. Pero no debieron notarme muy distinto, porque me saludaron como si tal cosa.

A la hora convenida llegué al lugar de la cita, que estaba hasta los topes. Se ve que las quedadas zombie son los nuevos botellones. Se me puso una muerta al lado que supongo que sería mi cita. Se había desarreglado mucho para la ocasión, y parecía en estado putrefacto. Deseé que su aspecto espeluznante fuera producto del maquillaje, por si acaso acababa presentándosela a la familia. La verdad es que había estado con chicas más horribles por culpa de los excesos del alcohol. Llevaba un vestido como el de La novia cadáver. ¡La primera cita y ya te dejan clarito que vas a tener que formalizar la relación por narices!

Lo bueno de una cita zombie es que no tienes que hablar sobre ti, darte importancia, dejar caer que en el fondo eres un romántico, tratar de demostrar que dominas algún que otro tema de conversación... Nada de eso. Es suficiente con moverte lentamente y gruñir un poco.

Gracias a eso podré contar a mis nietos que anduve con una zombie, y creo que también 'naduve' con ella porque otro día fuimos a la piscina.

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