Pero vamos al grano. Estos tres entrañables personajes me han traído este año -entre otras cosas- la trilogía en Blu Ray.
No, no es esa trilogía.
No ésa tampoco. Me refiero a una trilogía compuesta por tres películas excelentes. ¡Sí, claro! ¡Ésa es! ¡Muy bien!
¡Por supuesto que estaba hablando de la trilogía de Toy Story!
El regalo aparentemente perfecto
¿Y cuál es el problema? No parece que esta vez me pueda quejar de los reyes. Es un regalo perfecto... ¿No?
En apariencia.
Lo que ocurre es que cuando las he puesto he descubierto -más vale tarde que nunca- lo bien que se ve el Blu-Ray. Tiene algo de hipnótica la alta definición pues literalmente me quedaba mirando la pantalla como un mosquito que no pueda evitar ir hacia la luz.
El hombre se acostumbra a lo bueno. Es posible estar contentísimo toda una vida con el jamón serrano de calidad aceptable, pero una vez que uno prueba el jabugo descubre que existen otros mundos, y ya no tomará el anterior de la misma forma. De repente, los DVD que tan bien se veían hasta este momento, ahora me parece que apestan.
Quizás no es tan exagerado... Puedo seguir viendo algún DVD, claro, pero no es lo mismo. Me estoy planteando conseguir algunas de mis pelis favoritas en el nuevo formato, y tirar por la ventana el DVD de las mismas. Por ejemplo, estoy pensando en 'retirar' mi preciada edición deBlade Runner con coche y pajarita de papel, que ya no vale nada pues tiemblo de pensar lo que puede ser ver ese peliculón en Blu-Ray... ¡la bomba!
En suma, estas líneas tratan de ser una advertencia. Querido lector, si no has visto nunca un Blu-Ray, es mejor que vivas en la ignorancia. No te pongas ninguno... Hazme caso por una vez que te doy un buen consejo.
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