Desde noviembre la Draculaura de las narices lleva prácticamente agotada en todas las jugueterías. Me cuenta un amiguete de una tienda madrileña que aún tienen algunas, pero las colocan en las estanterías con cuentagotas. Así que todos los días se forma una enorme cola desde las siete y media de la mañana de padres desesperados en busca del espantajo de marras. Asegura que cuando llega ha escuchado conversaciones de lo más jugoso.
–Llevo aquí desde la una de la madrugada, pero es que estoy angustiada. No puedo dormir hasta que no consiga la Draculaura porque es la ilusión de mi hija, así que tengo contactos en otras ciudades a ver si la conseguimos. ¡Menos mal que mi jefe es comprensivo y me deja llegar tarde a trabajar! –le decía una demacrada mujer al tipo que tenía detrás.
–Mamá, ya van a abrir, yo creo que voy a coger todas las cajas de la colección que haya y luego ya miraré con calma si está la que quiere la niña de las narices –comentaba una adolescente que hablaba por el móvil.
Por desgracia, resulta que al parecer el primero de la cola suele comprar todas las que haya para revenderlas en el mercado negro. Hasta cien euros se llega a pagar por una en internet, así que se cotiza mejor que la cocaína.
Habiendo sido hace ya muchísimos años un niño al que Melchor, Gaspar y Baltasar no le concedían todos sus caprichos porque apelaban a mi generosidad y comprensión de que tenían que llevarle juguetes a todos los chavalines del mundo, creo sinceramente que los padres capaces de pasarse varios días en la cola para concederle un capricho tan tonto a sus vástagos deberían quedar inhabilitados durante algún tiempo para tener la custodia de sus hijos.
Por suerte, la naturaleza es sabia y les castiga poéticamente con lo que les va a ocurrir el día de reyes. Después de dormir en la puerta de una juguetería y pagar un pastón en internet por el oscuro objeto de deseo infantil, la niña abrirá la caja de la muñeca, la mirará durante dos minutos y la dejará abandonada en el rincón para ponerse a jugar a los videojuegos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario