Me vienen numerosos films insoportables a la cabeza, como cualquier película de Uwe Boll, cualquier secuela de El exorcista, La venganza de Pinocho (sí, ya con ese título tampoco prometía demasiado), o la indescriptible El vendedor de helados, con un tipo traumatizado por haber sido testigo de la muerte del heladero de su barrio, que acaba sustituyéndole, fabricando helados con restos triturados de las personas que le caen mal.
Me he dado cuenta de que enfrentarte en un cine a la dura realidad de que has pagado 8 euros del ala por ver un truñaco es tan deprimente que produce un estrés comparable a que le haya pasado algo a un ser querido. A lo largo de la proyección, el aficionado medio pasa por las cinco etapas del duelo psicológico:
1. Negación. No puede ser. He vuelto a picar. ¡Pero si el cartel de El vendedor de helados prometía! ¿Cómo puede ser tan mala? No, no, habrá que esperar un rato... Seguro que ahora viene un giro de guión o algo que le dé interés a la cosa...
2. Ira. ¡Pero qué desgraciados! ¡Se aprovechan de los friquis como yo que pagamos por ver cualquier bodrio! ¡Habría que atizar a los productores sin escrúpulos que nos timan!
3. Negociación. ¡Por favor, si tuviera usted un mínimo de dignidad debería devolverme el dinero de la entrada! (aquí es cuando el acomodador del cine te responde que él no ha hecho la película, que en su cine sólo las proyectan, y que le reclames al director del rollazo que acabas de ver).
4. Depresión. Si es que esto me pasa por tener tan mal gusto para el cine... Debería ir a ver películas francesas en V.O. y hacerme un crítico serio y elevado como Carlos F. Heredero. ¡Si es que ya decía mi madre que no iba a llegar a nada en mi vida!
5. Aceptación. ¡Dejo definitivamente de ir a ver películas de terror! ¡Que no cuenten con mi dinero! Ellos se lo pierden.
Desgraciadamente, volverás a pasar por el mismo proceso cuando estrenen El vendedor de helados 2, y para tu sorpresa pagarás una entrada y te meterás a verla. Lo mismo ocurre si llega a las pantallas El vendedor de helados contra Pinocho...
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