En Crisis había comics, juegos, merchandising, carteles y libros de cine, los impagables recopilatorios de relatos del maestro del terror H.P. Lovecraft, etc. No fue la primera tienda de estas características a la que acudía asiduamente, ésa fue Madrid Comics, cuando estaba en los bajos de Gran Vía y la regentaba mi amiguete Bruto Pomeroy, hoy dedicado a la actuación. Pero Crisis fue muy especial en mi vida. Recuerdo con nostalgia que los sábados por la mañana se organizaban partidas de rol en las que conocí a numerosos amigos, que hoy en día son informáticos, científicos y hasta tenemos un director de cine.
Por aquel entonces, los apasionados de los comics estábamos divididos entre la cristiandad y el islam. Mientras que Crisis se situaba en la calle de la Luna, su máxima competidora, Arte 9, está en la céntrica calle de la Cruz. Ambos sitios son bastante sórdidos, cercanos a grandes núcleos de prostitución. ¿Es puro azar o es que piensan que los lectores de comics también tenemos algo de degenerados?
Era habitual ver por allí al hoy famosete Santiago Segura, apasionado de los comics, incluso antes de que empezara a hacer sus primeros cortos. Un día se presentó con Álex de la Iglesia –rolero de Bilbao mucho antes que presidente de la Academia– y con Guillermo del Toro. "Lo que me pasaba en Crisis es que tenía mucha amistad con el dueño, y cuando iba me encontraba con él, empezábamos a hablar y me podían dar las nueve", recuerda el director deTorrente. "Lo que hace especial a una tienda de comics es que el dependiente sabe del tema, no es un tipo al que le da igual estar vendiendo tebeos que si vendiera calzoncillos".
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