Tampoco hay mucha competencia, en cuanto a series de ciencia ficción, lo siento por los trekkies y apasionados del Dr. Who. El 2001: una odisea del espacio de la teleaún está por rodar.
A pesar de las excelencias de Galactica, no tenía mucha prisa por ver la precuela, porque ya sé qué va a pasar después, y porque la palabra 'precuela' unida a 'ciencia ficción' me trae infaustos recuerdos de cierto cineasta californiano con más ganas de sacarle dinero a sus fans que de hacer cine. Tampoco veo que tenga mucho tirón el argumento, en torno al primer cylon que resulta ser una adolescente, pues me hace pensar que estamos ante una versión de Sensación de vivir en clave de ciencia ficción.
Hace unos días pasó por Madrid el creador de la nueva versión de Galactica, Ronald D. Moore, que mantuvo un encuentro con los fans, que le vitoreaban como si fuera una estrella del rock. Sólo le preguntaban por qué era tan genial, y si se quedaría con ellos para tomar copas toda la noche. "Los apasionados del género ya no decimos 'que la fuerza te acompañe' sino 'so say we all', y frases similares", le vino a decir uno de sus incondicionales a Moore, mientras el resto aplaudían como posesos.
El caso es que en ese acto se proyectó el episodio piloto de Caprica -escrito y dirigido por el propio Moore-, y estaba bastante bien, por muchos prejuicios que yo tuviera. O sea, que la serie promete. Confiemos en Moore, que al fin y al cabo nos lo ha hecho pasar bien hasta ahora.
Le acompañaba Alessandra Torresani, que me concedió una entrevista,y resultó ser "una tía maja". Cuando la ficharon, no tenía ni idea de qué era Galactica, pues pensaba que se referían a la serie cutre de los 70, donde los cylones eran una especie de cafeteras con patas horribles, y había una mascota que era una especie de chimpancé de peluche robotizado, que daba mucha grima y se llamaba Evie. Y estaba protagonizada por el padre de Bonanza y por el futuro Fénix, de El equipo A. En fin, en cualquier caso, la intro de la serie antigua me trae recuerdos nostálgicos.
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