lunes, 12 de septiembre de 2011

“La cara oculta”, un thriller sobrenatural involuntario

Se me critica que la mayoría de las veces que hablo de cine español es para mal. Parezco obsesionado con poner a caldo las producciones patrias, y que tengo todo tipo de prejuicios. No es así. Cuando veo una película española que me gusta lo reconozco. De hecho este año me ha gustado mucho Blackthorn. Sin destino –por fin un director español rueda un buen western– y espero como agua de mayo Intruders y Eva –por fin un director español rueda un film de ciencia ficción bueno–.

El caso es que hoy me he ido tan contento a ver La cara oculta, una producción española que contaba con el aliciente de que el director es colombiano. Se trata de Andrés Baiz, que rodó la prometedora Satanás. Además, creo que últimamente por fin los productores españoles tienen en cuenta el pequeño detalle de que esto es un negocio, y de que deben de poner al frente del reparto a actores que lleven al público a las salas, a ver si se recupera la inversión.

Esto no lo han tenido siempre tan claro, porque sino no se explica que haya protagonizado películas por ejemplo María Barranco. ¿De verdad a alguien le apetece pagar 8 euros por verla? En esta ocasión, los protagonistas, Clara Lago (Los hombres de Paco) y Quim Gutiérrez (Primos), tienen sin duda su tirón a escala nacional.

Y bien, me encuentro con que La cara oculta está bien rodada. Las imágenes tienen fuerza, y la intriga no está exenta de intríngulis. Pero (atención spoilers), se pierde por los sustos facilones, el erotismo gratuito (la actriz Martina García sale una y otra vez desnuda con excusa o sin ella) y los pequeños detalles, que le sacan a uno de la película. Al ver la cinta, uno tiene la sensación de que han pretendido rodar un thriller de fantasmas con explicación racional, pero resulta que se les han escapado elementos fantásticos sin querer y al final es un thriller sobrenatural involuntario.

Por ejemplo, existe un personaje encerrado en una cámara sin altavoces, que escucha lo que dicen los de fuera, pero a ella no se le puede oír. ¿Qué clase de muros son esos que sólo dejan pasar el sonido unidireccionalmente?

Además, uno tiene la impresión de que Baiz, que además de director ha coescrito el film, es bastante ‘cabezón’. Por ejemplo, yo puedo entender que uno en la soledad de su casa, escriba que en un espejo empañado se pueda escribir, y la persona que está detrás lea el mensaje, como si fuera un cristal. Pero oye, digo yo que una vez en el set, ante un espejo real, se habrá dado cuenta de que eso es imposible... Pues bien, el hombre ha preferido recurrir a un trucaje para conseguirlo, antes que cambiar una línea de su libreto. ¡Eso sí que es un director con personalidad!

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