Pero aunque algunos nos hacemos más viejos y empeoramos, con el paso del tiempo los efectos especiales mejoran, como he podido comprobar esta semana, pues he tenido la ocasión de ver El origen del planeta de los simios, posiblemente la mejor película de género fantástico de este año.
Por primera vez un personaje virtual, el simio Cesar, creado por Weta Workshop, parece formar parte realmente de las imágenes en las que está integrado. Ha dejado muy atrás al penoso Hulk de Ang Lee, que no sé si tenía que asustar al público pero la realidad es que daba una penita el pobre.
Le da vida mediante técnicas de captura de imagen el actor shakesperiano Andy Serkis, que logró avances significativos con Gollum y King Kong. Y logra una hazaña sin precedentes, tensión dramática cuando su personaje se junta en pantalla con otro pedazo de actor, James Franco, que parece mirar de verdad al animal, mientras que otros intérpretes, cuando trabajan en croma parecen estar mirando al vacío, sin enterarse muy bien de dónde están y a quién tienen delante.
Me atrevo con la osadía -seguro que algún purista me tira algún cuchillo- de pedir incluso una nominación al Óscar para Serkis, por dar vida a un personaje virtual. Y la secuencia del Golden Gate es, sin duda, un hito de los efectos digitales.
Un diez para el director, el prestigioso Rupert Wyatt, de quien la próxima vez que oiga hablar será la segunda.
Quisiera añadir que resulta un acierto que el film lo puedan ver quienes desconozcan la saga, pero también está lleno de referencias para los viejos apasionados: se habla de la nave del coronel Taylor, el film empieza con una cacería de primates calcada de la cacería de humanos del original y la madre de César se llama Ojos Claros, que es como la Doctora Zira llamaba al personaje de Charlton Heston.
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