Hace muchísimos años, cuando yo era peque (en la Era Mesozoica), las asociaciones de padres de alumnos lograron que se retirara la emisión de Mazinger-Z, mi serie favorita por aquel entonces, porque supuestamente era demasiado violenta. Además, la quitaron cuando el Doctor Infierno conseguía hacerse con la poderosa aleación Z de la que estaba hecho el robot protagonista, o sea en lo más interesante. Mi infancia se fue al traste.
Se suponía que nos iba a traumatizar la dureza de la serie y a arruinarnos la vida. Pues bien, lo que me traumatizó, me arruinó la vida y me convirtió desgraciadamente en lo que soy es que existieran tipos tan absurdos y aburridos en el mundo que pudieran entender que fuera violenta una serie que vista hoy da risa. ¡Si ni siquiera se mueven los dibujos!
Siglo XXI. Leo en Washington Post que ha salido otro de esos ‘reveladores’ estudios de sesudos universitarios que relacionan lo que se ve en las películas con la realidad. En concreto, se trata de un estudio del Centro Annenberg de Políticas Públicas de la Universidad de Pennsylvania, que alerta de que se ha triplicado el número de suicidios en Estados Unidos, al tiempo que se han incrementado también los que se muestran en pantalla. Para llegar a esta inquietante conclusión han analizado minuciosamente a lo largo de los años 855 películas.
Ahora bien, si atendemos a lo que dice el director del estudio, un tal Patrick E. Jamieson, “es imposible establecer una conexión de causa efecto entre ambos datos”. ¿Entonces para qué sirve vuestro trabajo? Para nada, porque vamos a ver, si no existe relación entre ambos fenómenos yo podría estudiar cualquier cosa e insinuar todo tipo de correlaciones absurdas. Por ejemplo, desde 1940 hasta ahora han aumentado vertiginosamente las películas en las que aparecen extraterrestres, mientras que en ese período se ha cuadruplicado el consumo de tomates. ¿Qué pasa que ver marcianos en la pantalla produce unas ganas tremendas de comer tomates?
Entiendo además que en las películas donde salen suicidios, por regla general se muestran también las consecuencias, (familiares hundidos, amigos desesperados ante la pérdida). Lo que sería en todo caso pernicioso sería una película mala donde no se viera el dolor que conlleva una tragedia de este tipo, o que ofreciera ideas desafortunadas para facilitar el trabajo a algún desafortunado en horas bajas que esté barajando la idea. O sea, podría haber algún caso concreto criticable.
Por lo demás, tiene cierta lógica que si esta clase de desgracias han aumentado en la vida real, esto se refleje en el cine, ¿no?
Por supuesto, Jamieson y su equipo recomiendan encarecidamente que se haga un estudio más en profundidad para que se determine lo ocurrido. No dicen que esperan que se les encargue a ellos esta tarea, y se les doble el presupuesto, claro, pero apuesto lo que sea a que les parecería una idea excelente.
En fin, les concedo el beneficio de la duda, ya que en el fondo sí que pienso que a veces puede haber conexiones entre las películas y los suicidios. Por ejemplo, a mí me entraron ganas de suicidarme viendo la reciente Green Lantern (Linterna verde), por lo mala que era.
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