Pero he aquí que los derechos no viven eternamente como los vampiros, sino que prescriben al cabo de los años. Es lo que les ha pasado a los herederos de Bram Stoker, que debieron hincharse a ganar dinero con los royalties de Drácula, pues anda que no se han hecho películas, comics, representaciones teatrales y hasta helados de coca cola con relleno de fresa, color sangre, del celebérrimo vampiro.
Resulta que la familia era bastante tiquismiquis. La viuda del autor, Florence Stoker, denunció a Murnau por rodarNosferatu, la obra maestra del Expresionismo Alemán, que al fin y al cabo era la misma historia con los nombres de los personajes cambiados. Pero eso ya se acabó. Actualmente, los derechos de Drácula son universales, como el Diluvio o los destornilladores.
Muertos los derechos de autor, no se ha acabado la rabia. Así lo demuestra Dacre Stoker, que ha resucitado al carismático personaje en "Drácula, el no muerto" –el título no podría ser más apropiado–, secuela tardía a más no poder, pues llega a las librerías un siglo y más de una década después que el original. Y nos quejábamos de tener que esperar unos meses para el tercer libro de Millennium.
El Stoker de ahora le ha echado bastante 'jeta' a la cosa. Asegura que se ha basado en unas notas de su abuelo, que ya en su día se había planteado escribir la segunda parte. Si vende mucho, seguro que encuentra también un diario en el que hablaba de una tercera, una cuarta y una quinta entrega. Stoker ha reclutado al guionista Ian Holt, que posiblemente es el que haya hecho todo el trabajo, aunque su nombre figura en pequeñito, por debajo del suyo. Al parecer está en marcha la película, que producirá Jan de Bont.
Sobre la novela, en fin, obviamente es como si la continuación de Don Quijote la escribiera Dan Brown. No se puede comparar un clásico, con su impresionante estructura epistolar, con este nuevo best-seller de poca entidad. El libro es al original lo que la mortadela al jamón de pata negra. Pero claro, en tiempos crepusculares de vampiros sosos que no muerden a nadie, Lestats y mamarrachos varios, un Drácula como éste resulta de lo más ameno. con los personajes originales, guiños a mansalva, etc., y es que cuando hay hambre, un bocata de mortadela viene al pelo.
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