Ha estado estos días en el Salón del Cómic de Barcelona nada menos que Go Nagai, creador de Mazinger Z, personaje robótico que estos días cumple los mismos años que yo. Sin duda fue mi serie favorita durante la infancia, pues Marco era una tortura para infantes concebida por unos sádicos, y Heidi me parecía ‘moñas’ y dirigida al género femenino, que por aquel entonces no me interesaba tanto como ahora. A mí lo que me iba era eso de “puños fuera”, y a tomar por saco otro Bruto Mecánico, aquellos autómatas creados por el Dr. Infierno para hacer el mal...
¡Yo quería ser como Koji Kabuto y tener en mi casa un planeador para volar hasta la cabeza de Mazinger!
Estos días Nagai ha contado cómo se le ocurrió esta invención. Estaba un día parado en un atasco y pensó que con un robot gigante podría caminar por encima de los coches y llegar tan tranquilamente a su destino. La verdad es que yo también quería uno igual para poder ir al cole, eso sí, parando por el camino para comprar unos donuts (que en aquellos tiempos costaban 20 de las futuras pesetas).
Una simple imagen de la serie televisiva, que supervisó el propio Nagai poco después de la creación del cómic, me retrotrae a la época de aquel anuncio de “¡Anda, la cartera! ¡Anda, los donuts”, que triunfaba por entonces, y me evoca muchos otros recuerdos.
Pero las fuerzas del mal nunca descansan. Las temibles asociaciones de padres de alumnos protestaron enérgicamente. O sea, que les parecía estupendo que nos torturaran mostrándonos a un chavalín que perdía a su mamá, lo peor que le puede pasar a un niño... Eso no generaba ningún problema. Sin embargo, unos muñecos que casi ni se movían lanzando puños al aire les parecían violentos.
Así que los APA de entonces, en la actualidad renombrados con el más apropiado acrónimo AMPA (ahora son madres y padres por aquello de la corrección política), se pusieron burros y triunfó la ley del AMPA, o sea que retiraron la serie, cuando sólo se habían emitido un tercio de los capítulos, y además, en el momento más emocionante. De hecho, recuerdo lo último que se emitió como si lo hubiera visto ayer, y eso que jamás lo he vuelto a ver, ni he leído el cómic... Curioso el funcionamiento del cerebro humano. Existen películas de la semana pasada de las que ya me he olvidado, y que no me pregunten qué cené el domingo, pero sin embargo, ese final me dejó tan impactado que no lo he borrado nunca de mi memoria.
El Dr. Infierno mandaba a dos de sus creaciones a robar la Aleación Z, que era el metal que hacía mucho más fuerte al robot del protagonista. Aunque Mazinger los destruía, el último conseguía mandar la aleación a un vehículo del villano. ¿Construiría éste robots tan fuertes como él para que lo redujeran a escombros?
Pues bien, nunca lo supe, gracias a estos señores que tienen demasiado tiempo libre. Se supone que velaban por la infancia pero a mí me dejaron traumatizado. Ved sino las cosas que escribo en este blog... La culpa es del AMPA. Algún día os tenía que explicar por qué soy así...
Si alguien que lea este blog se siente también perjudicado por esta injusticia histórica, igual podemos unirnos e interponer una demanda colectiva por daños y perjuicios. O quizás pillemos a los del AMPA por evasión de impuestos como a Al Capone.
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